Patrimonio

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IGLESIA PARROQUIAL DE SAN ANDRÉS

 

En el mismo lugar dónde hoy se eleva, majestuosa, la iglesia parroquial dedicada al apóstol San Andrés, en pleno centro urbano, existió antaño, durante la época medieval, una modesta capilla dónde los primeros pobladores de la aldea de La Zarza asistían diariamente a los oficios divinos.

Iglesia Parroquial San Andrés

La modestia de aquella primitiva construcción estaba acorde con las dificultades de vivir en un espacio de frontera, permeable a un sinfín de peligros. Por este motivo sólo unas débiles paredes de piedra menuda y un techo a teja vana conformaban las formas arquitectónicas del singular edificio, que ya aparece citado en una concordia fechada el año 1251.

Poco a poco, con el transcurrir del tiempo, los habitantes de La Zarza fueron creciendo en número, a la par que el caserío iba alcanzando notoriedad sobre otros lugares vecinos. A finales del siglo XIV era evidente el predominio de los zarceños en toda la comarca. En esa época se hicieron algunas reformas en la vieja capilla para adecuarla a las nuevas necesidades; sin embargo, ya en la siguiente centuria, el eremitorio se quedó pequeño para albergar en su interior a tantos fieles como había en el pueblo, lo cual motivo que se aprobará la construcción de una nueva iglesia, más amplía y con mejores materiales.

Así pues, desde los primeros años del siglo XVI hasta 1583, en diversas etapas, con retrocesos y avances debido a los problemas económicos, se levantó un edificio religioso de gran envergadura, con una tipología característica del momento, cuyo diseño general se debió al arquitecto Pedro de Ybarra, si bien intervinieron otros destacados alarifes como la familia Moreno o Juan Bravo. En palabras de viajeros que fueron testigos directos del resultado, la iglesia de Zarza era uno de los mejores ejemplos de arquitectura religiosa circunscrita al ámbito de la Orden de Alcántara, a cuya jurisdicción, eclesiástica y administrativa, pertenecía la localidad.

No por mucho tiempo pudo mostrar su magnífica estampa la novedosa construcción, pues la cercanía de Zarza a la frontera portuguesa le iba a deparar grandes sobresaltos en su particular peregrinaje por la historia local.

Nave de la iglesia

Ya desde el mismo momento de las obras citadas, a la iglesia le fue adosada una gran torre que, al tiempo que servía de campanario, haría también las veces de almacén, refugio y atalaya de vigilancia. En el año 1631 concluyeron los remates de dichos trabajos, que dotaron a la parroquia de un aspecto entre lo militar y lo religioso.

Fue el 18 de mayo de 1644 cuando el fortín aludido cobró protagonismo. Todo ocurrió en el transcurso de la llamada Guerra de Restauración, mediante la cual Portugal pretendía liberarse del yugo castellano.

De esa manera y en la fecha citada, mientras que un ejército intentaba conquistar la población zarceña, los vecinos menos capacitados para la pelea se refugiaron en los sótanos de la torre, junto al almacén de pólvora. Desgraciadamente, en un descuido, la munición estalló violentamente, provocando el derrumbe total de la torre, que dejó sepultadas bajos sus escombros a más de 300 personas. El resto del edificio no sufrió severos daños, pero lo sucedido dejó marcada para siempre la historia de la iglesia. Para mayor fatalidad, algunos años después, en junio de 1665,concretamente el día 16, en un nuevo ataque portugués, el templo recibió castigo ejemplar: esta vez fue derribado por completo al serle puestas tres minas.

Boveda de la iglesia

Concluida la guerra y retomando nueva población, los zarceños se impusieron como gran objetivo restaurar la grandiosidad de su señera iglesia. Tras las necesarias aprobaciones de la curia eclesiástica y del obispado, se iniciaron los trabajos el año 1671, terminando los mismos diez después, en 1681. El constructor Alonso Hernández Acosta fue el responsable de la obra, bajo dirección de un grupo de arquitectos entre los que se hallaba el salmantino Juan Setien Gómez . El coste de la nueva iglesia ascendió a 38.0000 ducados.

Su resultado es el que hoy puede contemplarse, en el cual destaca la magnífica fachada, edificada según las directrices del estilo herreriano. Sus formas se asemejan a un gran retablo, intercalando pilastras laterales con sendos pares de medias columnas toscanas que limitan el primer piso, el cual es adornado con una hornacina donde aparece la efigie en piedra de San Andrés, mientras que su remate lo compone una banda de triglifos y metopas. En el segundo cuerpo, las columnas dejan paso a nuevas pilastras, esta vez cuadradas, que confinan un vano rematado en frontón recto; la cornisa superior se cierra con una barandilla de granito, decorada con pirámides vignolescas.

El resto de la iglesia parroquial se constituye en una espaciosa nave de tres tramos, sustentada por dieciséis columnas empotradas en los muros, que por fuera están reforzadas por varios contrafuertes; la bóveda se construyó enlazando sus nervios, que dibujan caprichosa crucería estrellada. Aprovechando los brazos del crucero existen dos capillas con cubierta de medio cañón,  acompañada de unos finos arcos fajones. Mención aparte, hay otro par de capillas laterales, una de ellas en lo que en otros tiempos fue puerta de acceso al recinto, culminada con crucería cuatripartita. Junto al Altar Mayor, en el costado de la Epístola, se encuentra la sacristía, con abovedamiento similar a lo ya descrito. Por último, la cabecera, o presbiterio, que tiene figura ochavada, con arco triunfal de medio punto y bóveda estrellada. En el extremo opuesto, al pie de la nave, esta el coro, también con cubierta de crucería estrellada y su frente hacia al Altar en arco carpanel.

Urna cristo

Al conjunto vino a sumarse, ya mediado el siglo XVIII, la estancia dedicada al Baptisterio, que aprovecho para su construcción los muros ruinosos de la desaparecida torre. Hoy es perfectamente diferenciable esta parte del resto de la fábrica religiosa.

En la siguiente centuria apenas se desarrollaron trabajos de nueva labra; tan sólo algunas ligeras modificaciones, como la inclusión de una espadaña dónde se ubicaron las campanas, que hasta entonces habían estado sobre un entablamento de madera a espaldas de la Capilla Mayor.

Ya en el siglo XX, a comienzos de la década de los años 60, la iglesia conoció una profunda transformación que afectó no a sus formas arquitectónicas, sino más bien a su contenido. Entre otros aspectos es de destacar la retirada del viejo Retablo que cubría todo el testero del Altar, así como la reforma del enlosado de granito que servía de pavimento.

En nuestros días, de la antigua riqueza patrimonial de la iglesia, únicamente quedan sendos pares de retablos situados en las capillas laterales. En el aspecto escultórico, de un variado grupo de figuras religiosas es destacable un Cristo yacente articulado, que se data mediado el XVII. También es interesante el tesoro de platería, del que sobresale un cáliz forjado en 1697 y que fue enviado a la iglesia zarceña desde la catedral de Lima (Perú).

Para corresponder a todo el valor arquitectónico y cultural que aúna la iglesia parroquial de San Andrés, el 5 de Agosto de 1982 mereció ser declarada monumento histórico. Sin duda un maravilloso remate a su largo peregrinar por la historia.


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ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DE SEQUEROS

 

La ermita es popularmente conocida por servir de sede a la patrona de Zarza la Mayor, Nuestra Señora de Sequeros, cuya historia y devoción es una mixtura entre leyenda y realidad, dónde no faltan la mención a milagros y apariciones de la Virgen.

Lo verdaderamente cierto, según indica la documentación histórica es que, antiguamente, el santuario de Sequeros estaba en otro lugar diferente al actual. Para ser más exactos, se hallaba en la conocida dehesa de Benavente, concretamente en el punto llamado Santa María la Vieja, casi diez kilometros al norte de Zarza la Mayor. Allí persistió a lo largo de la Edad Media; pero terminada ésta, cuando los tiempos de guerra e inestabilidad quedaron atrás, dando supremacía al pueblo de La Zarza sobre el resto de aldeas campestres que hasta entonces habían coexístido, el primitivo santuario quedó lejos de sus fervorosos creyentes. Así que éstos decidieron trasladarlo a un sitio más cercano.

Todo lo narrado ocurría a principios del siglo XVI, época en la que está fechada la zona más vieja de la actual ermita.

Su estructura original fue bastante simple, consistiendo básicamente en el presbiterio, antecedido de un pequeño porche porticado. Con el paso del tiempo se fueron agregando y ampliando nuevas dependencias, y ya en 1633 se habla de la construcción de la nave y cuerpo principal de la ermita que hoy podemos contemplar.

La nave se divide en tres tramos, separados por soberbios arcos apuntados que descansan sobre pilastras. La Capilla Mayor es de forma cuadrada, siendo el arco que le sirve de recibidor de estilo triunfal. La bóveda hace caída a dos aguas, y es de fabricación moderna. Por su parte, el presbiterio se cubre con sencilla crucería. La puerta principal se abre a los pies de la nave, mediante un arco de medio punto. En la zona alta de la fachada se levanta la espadaña a base de un pie de sillería.

Hace una década se construyó un salón para diversos usos, siendo ésta la última remodelación realizada en el conjunto religioso.

Atendiendo al patrimonio artístico que alberga el eremitorio, hemos de señalar que actualmente se reduce al Retablo Mayor dieciochesco que cubre todo el presbiterio, aunque sin duda de una calidad exquisita en sus formas. Consta de un sólo cuerpo de estípites y columnas con cabezas de angelitos y abundante rocalla. El remate es semiesférico, con una corona de ángeles y tallos vegetales. Acompaña al conjunto unas pinturas al fresco, que aprovechan los blancos entre nervios de la bóveda. En la hornacina central está la imagen de Nuestra Señora de Sequeros, tallada en madera policromada, que sostiene en brazos al Niño Jesús. La talla fue realizada en el siglo XVIII, si bien la tradicción remonta su origen a tiempos mucho más antiguos.

Ya en el exterior, junto al templo, hay una gran explanada desde la cual se domina, en extensa panorámica visual, el caserio de Zarza la Mayor y toda su comarca, abarcando incluso las primeras estribaciones montañosas de la portuguesa Serra da Estrela.

En esta explanada se celebra todos los años, el martes después del domingo de Resurrección, una alegre y concurrida romería, a la que acuden no solamente los zarceños, sino también muchos vecinos de los pueblos de alrededor.


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ERMITA DE SAN JUAN

 

La Ermita-Capilla de San Juan fue fundada por un miembro de la familia De Sande, que desde antaño era una de las principales de la sociedad zarceña. Concretamente al canónigo dº Juan de Sande se debe el patronazgo de las obras, pues tuvo el capricho de dotar a su familia, y a su pueblo, de un eremitorio en honor al apóstol San Juan, santo a quien debía su nombre.

La devoción del fundador fue tal que hizo unir la capilla a la mansión solariega de los De Sande mediante un pasadizo elevado, que en su parte inferior dio lugar a la contrucción de un arco, el cual servía de entrada a la población zarceña por aquel lado.

La fachada de la ermita resalta por su exuberante decoración, siguiendo las pautas del arte barroco. En general sus trazas se asemejan bastante a las de la fachada de la cercana parroquia de San Andrés.

Describiendo su estructura nos llama la atencion, en el primer cuerpo, la puerta de entrada, con un arco de medio punto, acompañado a ambos lados por casetones rehundidos y pilastras. En su segundo tramo, sobre la citada puerta, se halla una hornacina con la talla, en piedra, de San Juan. En los dos laterales figuran sendos ojos de buey, proporcionando luz al interior de la nave. La división entre el cuerpo inferior y medio se identifica valiéndose de una cornisa corrida y varias molduras sencillas de triglifos y metopas. La culminación de la barroca fachada se dibuja con un frontón partido, en cuyo intermedio se levanta una espadaña decorada con volutas.

El interior se traduce en una planta de cruz latina, cuya nave principal se divide en tres tramos, asumidos por igual número de arcos de medio punto. La línea transversal del crucero y brazos laterales está cubierta con techumbre a dos aguas, entramado soportado por bóveda de cañón en los brazos y cúpula sobre pechinas en el crucero. Dando luz natural al edificio destaca una sencilla linterna, a la que se suman dos lunetos instalados en las capillas abiertas a nivel del presbiterio. Éste tiene una entrada con arco triunfal de medio punto. Su base adopta la forma rectangular y, como ya hemos indicado, le acompañan dos pequeñas capillas a ambos lados.

En el lateral izquierdo de la nave se encuentra una escalera estrecha, de dos tramos, que conduce al coro, que es sostenido por un arco escarzano rebajado. Desde el coro se podía acceder a la casa aneja por el pasadizo citado anteriormente; hoy esas puertas de unión están tapiadas y sin uso.

La datación exacta de la ermita es dudosa, pero por su similitud con la parroquia de San Andrés, es muy previsible que se construyerá entre los años 1671 y 1681. Sólo hay una inscripción, bastante deteriorada, que puede ofrecernos alguna pista más certera. Se trata del año 1677, que aparece en una de las piedras que conforman la base de la espadaña.

En referencia al conjunto artístico, destacan dos retablos con las imágenes de San Isidro y Nuestra Señora de la Asunción. La del patrón, San Juan Bautista, en madera y muy repintada, se custodia en el presbiterio, sobre una pequeña hornacina en forma de concha bautismal.

La importancia de la ermita-capilla de San Juan fue ratificada el 9 de Agosto de 1982, cuando se catalogó su conjunto como monumento histórico artístico.


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ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DEL CASTILLO

 

Casi escondida entre un apiñado grupo de casas particulares, se encuentra la ermita apellidada Del Castillo.

Su antiguedad queda rapidamente constatada al observar parte de los muros que cierran su perímetro, por lo que puede considerarse como uno de los templos más señeros de la localidad. Lo ratifican algunos documentos, que ya hablan de su existencia a finales del siglo XIV y comienos del XV. Hoy el edificio mantiene sus trazas principales datadas entre los siglos XVI al XVIII.

La mayor parte de la nave pertenece a la segunda etapa constructiva, pero el arco de acceso al templo evidencia unas fechas anteriores, semejando sus formas a las utilizadas en el siglo decimoquinto. Igual ocurre con el elevado arco apuntado que hace separación entre presbiterio y nave. Está se divide a su vez en dos tramos, mientras que el presbiterio presenta base cuadrada.

Todas las líneas estructurales, dada su sencillez, nos orientan sobre el patronazgo eminentemente popular que tuvo la ermita en su proceso constructivo, posiblemente hecho realidad gracias a la recogida de donativos y limosnas del vecindario.

El templo religioso fue diana de los sucesos bélicos que golpearon Zarza la Mayor a mediados del milseiscientos y comienzos de la siguiente centuria; por este motivo tuvo que reconstruirse varias veces. Como recuerdo de viejos moldes estilísticos, aún se conservan las basas de columnas que conformaron el pórtico que precedía la entrada principal.

Para rematar la fachada, puede verse la típica espadaña, de un solo cuerpo, en ladrillo y con vano de medio punto.

En el interior apenas resaltan elementos decorativos, primando solamente la elegante línea del arco central que sostiene la bóveda. En tiempos pasados el pavimento tuvo un enlosado de granito, que hacía las veces de sepulturas. Hoy ha sido sustituido por un trabajado enchinado.

Varias tallas de santos, fechadas en el siglo XVIII, otorgan el valor artístico como complemento a la sencillez arquitectónica. Entre ellas se encuentra la de San Francisco, con brazos abiertos, descalzo y en madera bastante repintada. También la denominada Niño Jesús de la Bola; y otra de igual adoración, pero de menor tamaño. Ambas con una fisonomía arcaica y trazas populares. Quizás la figura más representativa, en cuanto a valor escultural, sea la de San Antonio de Padua, patrón que cede su nombre a la ermita.

Sin género de dudas, exceptuando las citadas, la imagén religiosa más querida por los zarceños es Nuestra Señora del Castillo, cuya datación se pierde en el tiempo, siendo tan antigua como la misma ermita que la acoge. Sólo la compone la cabeza y articulaciones superiores. Sale en procesión el Domingo de Resurrección, llamado popularmente Domingo de los Tiros.


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ERMITA DE SAN BARTOLOMÉ

 

Situada en un lateral de la población, casi limitando con terrenos agrícolas del extrarradio municipal.

Se trata de una pequeña capilla construída a base de mampostería, aunque también se utilizarón sillares de granito, sobre todo en las esquinas y vanos de las puertas. La planta es una nave rectangular, con una capilla mayor cuadrada de dimensiones más reducidas que el resto. En el lado del evangelio se abre otra capilla con forma semiesférica y cúpula sobre pechinas.

La cubierta principal vierte a dos aguas, mientras que las bóvedas del oratorio y cabecera lo hacen siguiendo la forma de sus bases.

El interior de la nave se divide en dos tramos, separados por sendos arcos de medio punto apoyados en pilastras. La ermita tiene dos puertas de entrada, aunque sólo se utiliza una, situada en la Epístola. La puerta es de grandes proporciones en relación con la estrechez del resto del edificio. Se trata de un portado realizado con arco de medio punto donde destaca, en sentido ornamental, las molduras de su imposta. Junto al mismo se halla un enorme contrafuerte, que soporta el empuje de los muros al exterior La puerta restante se halla tapiada, pero en su día fue el acceso principal, evidenciado esto por varias ménsulas salientes del muro, que demuestran la existencia pretérita de haber sido un porche abovedado. En la parte de poniente, sobre este segundo portado, se encuentra la espadaña de sillería, de un cuerpo recto rematado en frontón con vano de medio punto.

Dadas las características arquitectónicas, es factible pensar que la ermita proceda del siglo XV, si bien casi todo lo conservado actualmente se debe a reformas posteriores. En sus mejores tiempos llegó a sustituir a la iglesia parroquial como centro religioso del pueblo.

En su interior destaca un retablo barroco, que cubre por completo el frontis del Altar Mayor. Todo él de una sola pieza, con bellas columnas salomónicas que limitan una hornacina central con arco de medio punto, donde está colocada la imagén del santo patrón. El remate del retablo tiene varios elementos decorativos,como son una palma de martirio y un cuchillo, ambos pintados. La talla retablística es del año 1.720, y las demás esculturas e imágenes realizadas, igualmente, a lo largo del XVIII. También hay dos representaciones de la Virgen: la del Carmen y la Dolorosa.

El tesoro más preciado es la efigie del Nazareno, realizada en madera policromada. En origen fue un Cristo crucificado, al que se le amputaron las piernas por la cintura, sustituyéndolas por una jaula de madera. La escultura original conserva el cuerpo, brazos y cabeza. Los brazos se rehicieron, pasando a ser articulados para que de esta forma pudiera asirse la cruz durante el paso procesional de Jueves Santo. Toda la talla se data en el primer cuarto de siglo XVII, siendo obra del afamado escultor de origen alcantarino, Sebastián de Paz.


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FUENTE "LA CONCEJA"

 

La fuente procede de la época medieval, y se construyó por la necesidad que tenían los vecinos de avituallarse de agua en un lugar inmediato a sus casas. De ahi viene su nombre, que guarda relación directa con el creciente Concejo de habitantes zarceños. Nos situamos, pues, en torno al año 1323.

Debió ser uno de los principales yacimientos acuíferos, deduciéndose así la monumentalidad de sus formas arquitectónicas, todo a base de sillares de granito bien pulimentados. Destaca el soberbio arco central, ligeramente apuntado, y sostenido por varios contrafuertes laterales.

La fuente estaba techada con láminas del mismo material granítico, pero éstas desaparecierón con el paso del tiempo. Mediado el siglo XVII la obra fue parcialmente reconstruida por alarifes, llegados expresamente de Portugal.

Después de varias décadas, durante las cuales la fuente y sus alrededores se convirtieron en una escombrera y vertedero de basuras, por fin el año 1.982 se mejoró sustancialmente su deplorable estado, siendo declarada Monumento de Interés Histórico Cultural. Gracias a ello se acondicionó todo su entorno natural, diseñandose un proyecto cuyo objetivo era recuperar la fuente por completo. Afortunadamente, el plan se ejecutó a partir de 1996, luciendo desde entonces las galas primitivas, convirtiéndose en emblema significativo de la localidad.


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FORTALEZA DE PEÑAFIEL

 

Castillo Peñafiel

Aposentado sobre una enorme peña, la altiva fortaleza hace las veces de balcón natural que mira al desfiladero que, a su paso, abre la rivera de Erjas.

Sus orígenes son muy remotos, situándose en la época de dominio musulmán de la península; incluso hay quien asevera que las obras se llevaron a cabo durante el siglo IX de nuestra era.

Antiguamente recibio el nombre de Racha Rachel que, precisamente, hace alusión a la roca sobre la que está cimentado

Castillo Peñafiel

Documentalmente hablando, consta su existencia desde el año 1.212, tras la reconquista cristiana de todo su entorno y, en general, de la Alta Extremadura.

Al comienzo fue una simple atalaya, o torre defensiva, cuya misión fundamental era proteger y vigilar el paso de la rivera. Por ese motivo, albergó una pequeña guanición militar, junto a la cual fue creciendo un poblado que acuñó el mismo nombre del castillo: Peñafiel

A partir del siglo XIII, empezó a tomar importancia, por lo cual fue necesario ampliar sus dimensiones. En ese tiempo fue nombrado como cabeza administrativa de la Encomienda de Peñafiel y La Zarza. Los zarceños llegaron a vivir en el poblado anejo al castillo durante la primera mitad del siglo décimocuarto, buscando la seguridad de los muros. Algunos años después, en 1356, abandonaron las casas, y el viejo poblado fue perdiendo, poco a poco, habitantes.

Castillo Peñafiel

Durante 1410 la fortaleza de Peñafiel sufrió varios asedios que deterioraron sensiblemente su arquitectura. Nuevamente reconstruida entre los años 1547-1549, acabo por ser abandonada en la década final del siglo XVI.

Hoy resta del primitivo recinto su barbacana, o muralla exterior, rematada con almenas de mampostería y cal, y con un anden que la recorría por completo. En esta barbacana se abre la puerta de acceso, compuesta por un arco de medio punto, flanqueado por dos medios cubos redondos que sirven de garitas. Desde este portado sale una calzada hasta llegar a una segunda puerta, que fue la principal, dando acceso al recinto interior, o patio de armas. En él se observan las ruinas de caballerizas, tahona, algibe, torres de vigilancia, y otros aposentos. En un lateral se alza la Torre del Homenaje, que tuvo tres pisos, más un sótano.

Lo más destacado de la torre es la ventana gótica vigeminada, abierta en el segundo piso, con sendos arcos trilobulados y un pequeño óculo entre ellos. También es interesante la bóveda gótica de crucería, con nervios y elementos de sillería granítica. Entre los nervios existe una clave común que inscribe un escudo nobiliario, fechado en 1475. La torre termina en terraza, desde la cual se goza de unas impresionantes vistas panorámicas de todo el entorno.

Actualmente el castillo de Peñafiel se hallá enclavado en tierras del recien creado Parque Natural del Tajo Internacional.


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CASTILLO DEL MADROÑAL

 

Castillo del Madroñal

Aunque sus restos apenas son visibles, en tiempos antiquísmos existió una pequeña fortaleza sobre la cresta de la sierra, dominando todo el territorio circundante.

Llamado popularmente Castillo del Madroñal, su verdadero nombre fue el de Peña de Frey Domingo, haciendo alusión a uno de sus poseedores, allá, en tiempos de la Reconquista cristiana.

Pacificadas estas tierras y expulsados de ellas los musulmanes, el viejo castillo no prosperó, y rapidamente fue abandonado, quedando presa del olvido.


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CASTILLO BENAVENTE

 

Castillo Benavente

Se halla concretamente en el punto kilométrico 22, junto a la carretera que une Zarza la Mayor con Moraleja, sobre un cerro desde el que se visualiza una gran porción de tierra, ocupada hoy, en su mayor parte, por la dehesa del mismo nombre que el castillo.

En tiempos de los árabes, quienes fueron sus constructures, compartió titularidad e importancia con la cercana fortaleza de Bernardo (llamada también de Las Moreras).

Ambas fueron dos atalayas defensivas que, pasados los años de guerras entre cristianos y musulmanes, perdieron población e interés geoestratégico, acabando por ser abandonados en beneficio de otros pueblos próximos, como Zarza la Mayor, del que la separa apenas una distancia de 6 kms.

Las ruinas actuales evidencian la gran extensión que antaño tuvo el castillo de Benavente, con un perímetro de veintitrés metros de planta central en cada uno de sus flancos, con gruesos muros de dos metros, levantados a base de pizarra unida con cal y barro. Adosadas a cada esquina del recinto, se aprecian restos de torres con forma poligonal, de tres metros de radio. También es fácilmente visible lo que fue su entrada principal, delante de la cual se erigió un muro protector.


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CASTILLO DE LAS MORERAS

 

Castillo de la Moreras

Sobre un empinado cerro, dominando la llamada Vega de las Moreras, muy cerca de la popular fuente "Los Cañitos".

Según alguna documentación, sus ruinas se remiten hasta la misma Edad de Hierro. Por lo tanto estamos ante un asentamiento urbano reutilizado en diferentes etapas históricas.

Como otras fortificaciones cercanas, sólo fue una atalaya vigilante durante los tiempos de la Reconquista. Luego cayó en desuso, y finalmente se abandonó.

Su planta adopta la forma circular, asemejándose a la cúspide del cerro. Los muros, de gran grosor, miran por todos sus lados al precipicio, dejando tan sólo un estrecho paso para el acceso a la cima.

En la base del cerro se fundó, durante la Alta Edad Media, un poblado de relevancia,llamado Peñas Rubias, el cual, después de pasar por varios propietarios, entre ellos la Orden Militar del Temple, también desapareció con el abandono del castillo.